jueves, 16 de abril de 2009

MEMORIA DE UN GAZAPO QUE FUE DISLATE

Hojeando el Diccionario de la docta academia y el de sinónimos de Gili Gaya se nos ocurrió buscar, el otro día, dos palabras que tienen mucho que ver con los oficios del escritor y el orador. Una es "gazapo" y otra "dislate", pero ambas relacionadas con lo que puede ser un simple desliz o tremendo disparate. Pues bien, "error de poca monta", dice el lexicógrafo refiriéndose al primer vocablo, y "yerro que por inadvertencia deja escapar el que escribe o el que habla", los señores académicos. ¿Y dislate? "Disparate" se dice en el primer volumen, entendido como "hecho o dicho disparatado", esto es, "contrario a la razón".

Nadie está libre, por cierto, de incurrir en gazapos, e incluso en dislates. No hay que ver sino los discursos de muchos parlamentarios, ministros, presidentes, obispos, generales y notarios. Tampoco estamos exentos los que por vocación o designio de los hados nos ocupamos en pergeñar páginas de prosa o verso. Ni aun el mismo Vargas Llosa, como probó cierta vez, con harta satisfacción, una muy connotada y severísima señora.

Por mi parte me acuerdo a este respecto de un grave error de traducción en que cayó uno de nuestros poetas del siglo pasado, José Arnaldo Márquez. Y ello nada menos que en una de Julio César, entre otras piezas de Shakespeare, que le encargó la Real Academia Española, nada menos. En esa tragedia, Antonio pronuncia unos dramáticos versos en los que asegura tener en sus manos el testamento del conquistador de las Galias. Dice, en el original en inglés: But here’s a parchment, / with a seal of Cesar, I found / it in his closet; ‘tis his will. Pues bien, ¿cómo los vierte nuestro compatriota? De esta manera: Pero aquí tengo un pergamino / con el sello de César. Lo encontré / en su retrete, y es su testamento.

No, no se equivoca el lector. Dice el texto: lo encontré / en su retrete… ¿Cómo puede ser eso? Una rápida lectura nos conduce a la palabra inglesa closet como origen del resbalón. Su primer significado es el de "apartamento o habitación privados". Era y es también el de "cámara privada para el consejo o las devociones del monarca". Márquez no reparó, pues, en esos significados, y ateniéndose a uno olvidado y arcaico usó en su versión castellana el término "retrete", sin reparar que en la lengua viva designa lo que todos sabemos. Y nos ha dejado así su traducción, de un lado la idea de un Antonio que hurgaba, como vulgar agente del Servicio Nacional de Inteligencia, en el excusado de César, y de otro, la alucinante idea de que César guardaba y hasta releía su testamento en ese sitio al que acudía, para decirlo en cervantino lenguaje, para hacer lo que otro no habría podido hacer por él.

En todo caso, y sin mengua de los altos méritos literarios de Arnaldo Márquez, no se trata ya de un gazapo, sino de algo más grave: ¡un dislate!
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RIVERA MARTÍNEZ, Edgardo. Estampas de ocio, buen humor y reflexión. Fondo Editorial de la UNMSM. Lima, 2003. Páginas 49-50.

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